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Seguir existiendo

Imagina que toda la gente viviera el presente, que nadie pensara en el futuro. Como nos comportaríamos si no supieramos que al día siguiente tenemos otra oportunidad para todo: para reir, para llorar, para compartir, para imaginar, para soñar, para querer, para odiar, para disfrutar, para demostrar y para hacer mil cosas que hacemos como automatas a diario restándole así toda su importancia. 

Mi mente se bloquearía al pensar en todo aquello que tendría que hacer si me dijeran que me quedan equis horas de vida. Y creo que no hay error más grande que el que todo cometemos, querer hacer tantas cosas - en otros momentos - que la vida se nos queda corta. 

No me he vuelto loca, solo que hoy, después de 5 años he vuelto a nadar...
Parece increíble pero cierto, después del accidente, la sensación de meterme en el agua me transportaba inexplicablemente a la sensación de ahogo al ver que todo mi cuerpo sangraba en la carretera tirada, sentir como me fundía en el suelo.  
Sin saber si estaba viva o si se me estaba escapando la vida, entre los sonidos de ambulancias y los gritos de dolor mi familia tenia sensación de ingravidez, no podía mover absolutamente ninguna parte de mi cuerpo, ni contestar, ni reaccionar a los estímulos, estaba paralizada de miedo y de dolor, tanto físico como emocional. Sabía que algo no iba bien, 
mi mente se iba y venía, no sabía si en algún momento me iría y no volvería a verlos jamás. 

La misma sensación física de ingravidez que se siente al nadar.


Imagino que por ello es por lo que cuando me he sumergido en el
agua he sentido la suerte que tuve al abrir los ojos y ver que seguía existiendo. 
Suena extraño, hay que vivirlo para poder entenderlo. 




Creo que a veces la vida no tiene más remedio que mostrarnos el
extremo, porque somos tan poca cosa que no somos capaces de valorar millones de cosas y esas miles de personas que hacen que vivir tenga sentido. 



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