Estar tan mal nos sienta bien.

Explicaría tanto que me quedaría callada hasta que no quisiera explicar nada. 

Llego y me voy, y mientras hago esto último se me parte el alma por dejarte atrás. 

Mientras me mira un guardia civil durante horas controlando cada movimiento solo puedo pensar en como les podría explicar que esto esta abriendo heridas que no sabré como volver a cerrar.

No determino lo que es importante, como la libertad, hasta que no ves como hay personas que no la tienen, solo me centro en el trabajo, en mis amigos...y dejo de lado todo lo que no se apreciar a otro lado de la mesa.

No se a quién tendré que agradecer que sigas vivo y no se a quién tendré que agradecer querer tanto a los que quiero. Porque al fin y al cabo son estos sentimientos los que nos hacen mantenernos vivos. 

 Y tengo que decir, que a día de hoy, viéndote a ti, adoro los tiempos difíciles, me encanta cuando todo va realmente mal. 

Estoy convencida de que nos sienta bien eso de estar tan mal. 

Para empezar, porque nos devuelve la humildad que perdimos durante la bonanza. Un verdadero bofetón de la vida nos recuerda lo poca cosa que siempre hemos sido, como cuando ves un accidente mientras conduces y levantas un rato el pie.